Por Verlyn Kilinkenborg
El sur de Chile, con sus fiordos y sus picos zanjados por los glaciares, todavía es uno de los lugares más silvestres de la Tierra, pero eso pronto podría cambiar.
El sur de Chile, con sus fiordos y sus picos zanjados por los glaciares, todavía es uno de los lugares más silvestres de la Tierra, pero eso pronto podría cambiar.
En el nacimiento de un fiordo remoto en el sur de Chile, un resuelto noruego de nombre Samsing se estableció en 1925 para vivir criando sus ovejas en lo que entonces era un valle cubierto de pasto. Un año después se vio literalmente expulsado de su hogar por el avance de un glaciar.
En el lugar de su estancia ahora hay un lago glacial en el que flotan icebergs. El glaciar, llamado Pío XI, se detuvo por un tiempo; después continuó su marcha. Hoy día desenraiza un bosque, haciéndolo a un lado lentamente. Entre la línea de árboles caídos, los cipreses guaitecas, algunos de cientos de años de edad, parecen hacer una pausa antes de ser derribados. Las raíces fueron arrancadas, las copas se rompieron y los troncos se torcieron. Pedazos elefantinos de hielo se han abierto paso bajo el musgo y las plantas carnívoras del pantano.
En el lugar de su estancia ahora hay un lago glacial en el que flotan icebergs. El glaciar, llamado Pío XI, se detuvo por un tiempo; después continuó su marcha. Hoy día desenraiza un bosque, haciéndolo a un lado lentamente. Entre la línea de árboles caídos, los cipreses guaitecas, algunos de cientos de años de edad, parecen hacer una pausa antes de ser derribados. Las raíces fueron arrancadas, las copas se rompieron y los troncos se torcieron. Pedazos elefantinos de hielo se han abierto paso bajo el musgo y las plantas carnívoras del pantano.
La foresta que Pío XI hace a un lado es bosque subpolar magallánico, no el tipo de selva de copas tupidas del trópico, sino el de árboles mate que parecen bonsáis modelados por el viento en las cimas de las montañas. Y no es de extrañarse: los fiordos y las islas de la Patagonia chilena soportan la carga de los vientos predominantes del oeste, que soplan a través de los mares del sur. Aquí, en la ferocidad de la latitud 40, el viento sopla con una fuerza casi constante. Durante todo el año puede haber lluvia y nieve.
Ningún lugar del planeta está en reposo. Sólo el tiempo, inimaginables lapsos que le ocultan al ojo humano la dinámica de las fuerzas naturales que conforman la Tierra, crea la ilusión de quietud. Sin embargo, a veces, si se tiene suerte, se llega a un lugar en el que el tiempo parece comprimirse, donde se puede sentir en los huesos lo cinética que es, incluso, la geología…
Consulta el artículo completo en la edición impresa de la revista National Geographic en español, disponible a partir del 1 de febrero 2010.
Consulta el artículo completo en la edición impresa de la revista National Geographic en español, disponible a partir del 1 de febrero 2010.
E.GUTIERREZ- ISF- ESTUDIANTE- UNACH- PALENQUE- 11/02/10
Yo pienso que este tema es un claro ejemplo que el ser humano no sabe todo en esta vida, que solo la naturaleza encierra un gran misterio como la Patagonia, me imagino que investigaran los hechos que están ocurriendo en el lugar ya antes mencionado, solo la naturaleza sabe nuestro futuro a mi forma de pensar.
ResponderEliminarPER.SAN-ISF-UNACHPALENQUE